Las clases de guitarra para niños, no por sistema inflexibles, pues cada niño es un mundo que hay que ir descubriendo, primero, para que exista un hilo conductor que le facilite acercarse con ilusión al aprendizaje de nuevos retos, y en segundo lugar, para así poder sacar de él todo su potencial, sin una enseñanza rígida que, al menos, en lo concerniente a la música, no es válida para todo el mundo. En resumen, dentro de una clase colectiva de niños, el profesor ha de acercarse a la personalidad y manera en que cada niño siente su proximidad a la música.

Para ello, procuro convertir las clases colectivas en un taller, en el que los niños se sienten partícipes y protagonistas, siendo el profesor la base comunicativa del grupo. En mi caso, como profesor, aprovecho para que el niño que comprende un problema técnico o teórico, haga el papel de profesor y pueda transmitir lo aprendido a aquellos otros que, en cualquier caso, les cuesta más asimilar un concepto nuevo, tan necesario para aprender un instrumento y su lenguaje.